martes, 3 de julio de 2007

¿A qué estamos jugando?

Carta Dirigida al Ex - General Luís Alberto Moore

El pasado jueves 26 de abril, a las 4:30 de la tarde, cogí un bus que pasa por las unidades cerca de Unicentro, Multicentro, el Papagayo 8. De repente el conductor se desvió por la Simón Bolívar y no cogió la Pasoancho, por eso le pregunté y dijo que estaba cerrada por manifestaciones de ‘los de la valle’, entonces descendí del bus cerca de Jardín Plaza y caminé hasta las unidades.

Antes de cruzar por la intersección de la Pasoancho con la carrera 100, se encontraban estacionadas dos tanquetas blindadas de los ESMAD, las cuales estaban retirando a los estudiantes que protestaban, con un potente chorro de agua, mientras ellos les lanzaban ‘papas bombas’. Fue por esto que durante 20 minutos, como buen colombiano, observé sin hacer absolutamente nada estas imágenes que parecen ser ya muy comunes.

Luego que terminaron de enfrentarse, decidí, al igual que cuatro jóvenes pasar por Unicentro, luego que algunos agentes de seguridad nos dijeron que no pasaba nada. Cuando apenas faltaban alrededor de diez metros para llegar a la primera portería de Unicentro, en dirección sur-norte, fui sorprendido al ver una imagen de un ESMAD golpeando a uno de los jóvenes que estaban adelante mío de forma injustificada. Luego ese mismo ESMAD golpeó a todos los cuatro jóvenes hasta llegar donde me encontraba.

Lo más sorprendente fue ver la impotencia de éstos jóvenes, quienes se dejaban golpear o salían corriendo. Claro está que no quiero decir que se debían haber defendido con las mismas armas, sino con el don de la palabra, o desde cuándo nos hemos acostumbrado a éstas violaciones que exigirlas pasa de ser una requerimiento serio e irónicamente inviolable a una frase inocente, ¿es acaso una inocencia exigir nuestros derechos vitales?

Luego de una patada que me propinó el ESMAD número 03913, decidí pararme al frente de él y en menos de medio metro de distancia preguntarle, ¿a qué estamos jugando?, después de decirle sin ningún tipo de grosería sobre el abuso injustificado que estaban cometiendo y sobre el verdadero sentido de seguridad que debe existir en la ciudad. Fue así como me retiré indignado en medio de chiflidos de los dos buses llenos de ESMAD que estaban parqueados, pero con mi conciencia y mi dignidad en alto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es èse el sentido social que te va a llevar muy lejos; por otra parte, esas manifestaciones son las que van a traer de vuelta el sentido de asombro q hemos perdido...el q nos va a sacar de la costumbre y la disque "cotidianidad" que se come este pais por tajadaas grandes.